martes, 12 de mayo de 2020

El relato de ficción histórica y la biografía

Hola chicos!!!!!!!
Espero que se encuentren bien!!!!!!



El relato de ficción histórica y la biografía

1- Quiero compartir este cuento publicado por Laura Avila inspirado en la vida de una de las hijas de Urquiza y en el lago que se encuentra en el palacio, ¡espero que lo disfrutes!

‘’EL LAGO’’

Dolores era una princesa. No tenía cetro ni corona, pero vivía como si fuera hija de un rey. A la mañana, la despertaban sus doncellas y la refrescaban con agua perfumada. La vestían con las mejores ropas, la calzaban con botitas europeas y le rizaban el pelo.

Desayunaba en una mesa de mármol, con el pan más blando y la mejor miel de toda la Confederación.

Después venia un profesor y le enseñaba las letras. Generalmente, Dolores se cansaba enseguida y lo mandaba a retirarse… ¡y el profesor obedecía!

A pesar de tener diez años, Dolores era temida y respetada. Don Justo José de Urquiza, su papá, había sido presidente y ahora era gobernador de Entre Ríos, la provincia donde vivían.

Conforme a su condición de princesa mimada, Dolores habitaba un hermoso palacio: un lugar encantador, rodeado de árboles traídos de todas partes del mundo, con pájaros encerrados en jaulas de oro, fuentes y jardines.

Era tan grande el palacio que Dolores nunca había podido recorrerlo entero. Tampoco nunca había podido salir de él. ¿Para qué? Ahí nada le faltaba: había vacas, agua dulce para tomar, talleres, ropas y juguetes, maestros de arte y de baile, y hasta una iglesia con todo y cura, para cada vez que quisiera rezar.

Pero a pesar de todo lo que tenía, Dolores se aburría muchísimo. Un día de esos en que no sabía qué hacer, se le ocurrió subirse a la torre que había en medio del palacio, para mirar hacia afuera. Sus padres le tenían prohibido subir a esa torre, pero Dolores no sabía recibir un ‘’no’’ como respuesta a ninguno de sus caprichos, así que se trepó a lo más alto.

Sus ojos descubrieron una llanura, mansa y triste, llena de pastos, caballos que trotaban, algunos ranchitos perdidos y lejos, muy lejos, un reflejo redondo y brillante como una moneda.

¿Qué es eso?- quiso saber. Se asomó más todavía, a riesgo de caerse de cabeza, pero por suerte para ella alcanzó a verla uno de los criados de su padre. El pobre hombre se apresuró a hacerla bajar sin que sufriera ni un rasguño, recibiendo unas cuantas patadas de la princesa Dolores, y le puso traba a la puerta de la torre para que nadie pudiera subir sin permiso.

Dolores había quedado muy curiosa, sin embargo. ¿Qué era ese tremendo reflejo en medio de la llanura? Se lo pregunto a su doncella, pero la chica tampoco había salido nunca del palacio.

Así que un día, desafiando todas las órdenes recibidas en su vida, se animó a ir hasta la sala de su padre. Urquiza estaba reunido con un gaucho muy joven, y apenas la vio interrumpió su reunión : -¡M’ hijita! ¿Qué modos son ésos? Usted sabe que acá no puede pasar mientras su padre está trabajando.

Dolores miró al joven gaucho, que se sacó el sombrero para brindarle sus respetos. Tenía el pelo largo, como los Cristos de las estampas.

-Tatita, quiero saber qué es el reflejo que se ve desde la torre – dijo imperativamente.

Pero don Justo José de Urquiza señalo la salida: - Valla con su madre – le ordenó. Dolores pataleó y se quedó oculta detrás de la puerta. Escucho la voz de Urquiza, que hablaba con el joven gaucho.

-Yo comprendo que no confíen en los porteños. Pero no nos queda otro camino que unirnos a ellos.

-Mi general –escuchó que decía el gaucho -, los porteños siempre nos traicionaron. No nos traicione usted ahora.

Dolores quedó confundida. Pero pronto olvidó el asunto, empeñada en saber de qué se trataba el reflejo de la llanura.

Se fue hasta la fuente del patio y miró las aguas presas por la estructura del mármol. De repente tuvo muchas ganas de llorar.

Se sentó en un banco, muy inquieta, y estuvo llorando un rato largo, hasta que descubrió al joven gaucho bajo la parra: había salido ya de su entrevista y ahora la estaba mirando. Hasta le tendió un pañuelo para que se secara la cara. Ella lo tomó, acostumbrada a que la trataran como una reina, pero el gaucho no se retiró como hacia todo el mundo, sino que se quedó esperando que le devolviera el pañuelo.

-Lo necesito –dijo escuetamente.

-¿Quién es usted? – Le preguntó Dolores.

-Soy hombre del Chacho –respondió él, lleno de respeto.

-¿Y para qué necesita el pañuelo?

-Para vendarme las heridas de guerra.

Esa respuesta dejó a Dolores meditando un rato, hasta que al fin decidió devolverle el pañuelo al joven.

-¿Usted conoce el mundo? –Le dijo.

-Alguito, sí.

-Sabrá entonces ¿qué es ese reflejo que se ve desde mi torre?

El joven gaucho pensó un momento y le contestó:

-Es el rio Chivilcoy, estoy seguro.

-¿Un río?

-Sí, un agua grande que pone la naturaleza para lavarnos las penas.

-Yo quiero un río –dijo Dolores, convencida.

-Creo que no se puede, niña –replicó el muchacho con ternura -. No se pueden encauzar las cosas que nacieron libres.



***



Desde ese día, la pequeña princesa se obsesionó. Quería un solo río para ella. De nada valió que el pintor del palacio le dibujara el océano, que su profesor le leyera las poesías más excelsas que se escribieron acerca de las aguas, o que su mamá le prometiera llevarla a conocer el río Paraná… Dolores quería su propio curso de agua.

Dejó de comer y se negó a ir a la iglesia, con tanta tozudez que su padre decidió tomar cartas en el asunto: le prometió a su hija que le conseguiría un río en miniatura, un lago, sólo para ella.

Eso puso feliz a Dolores, pero nadie más que ella le creyó a Don Urquiza, porque últimamente no le estaba cumpliendo las promesas a nadie.

Sin embargo, el hombre mandó cavar un pozo gigantesco al fondo del palacio, puso unas complicadas y carísimas tuberías, levantando hectáreas de terreno.

Mientras avanzaba la obra, a Dolores le encantaba subirse a la torre, para quedarse contemplando el reflejo del río Chivilcoy, soñando con que su lago tuviera esos destellos. A veces soñaba también que el gaucho joven venía y la llevaba a conocer el mundo en su caballo: pero entonces se ponía colorada y bajaba a toda prisa las escaleras de la torre.

Finalmente, el lago artificial estuvo listo. Los sirvientes le dieron latigazos a la mula del malacate, para que el animal hiciera funcionar una bomba. Lentamente, litros y litros de agua clara fueron llenando el cauce del lago.

Esa noche hicieron un gran asado para festejar el triunfo sobre la naturaleza. Fueron muchos los invitados de Urquiza. Dolores buscó al gaucho de pelo largo, pero no había ningún gaucho en la fiesta. Durante la comida se enteró de que el jefe del joven, ese tal Chacho, había muerto.

Todo anduvo bien por unos días, pero pronto Dolores descubrió que su lago no tenía reflejos, porque el gran murallón del palacio impedía el paso del sol. Fastidiada, subió a la torre y descubrió que el amado río Chivilcoy había desaparecido.

-¿A dónde se fue? ¿Qué pasó? –gritó. Su madre que la había seguido sin que ella se diera cuenta, se acercó.

-¿Por qué no está más el reflejo del río, madre?

-Porque lo sacaron para hacer tu lago, princesa.

Dolores se puso a llorar. Nunca pensó que algo así pudiera pasar. Pero el gaucho joven tenía razón: las cosas que la naturaleza dispone no se pueden cambiar porque sí. Y eso nunca lo olvidó del joven gaucho, aunque nunca lo volvió a ver. Y desde entonces pensó muy bien antes de dejarse ganar por un capricho.
 
LAURA ÁVILA


2-  Investigá  y transcribí en tu carpeta la biografía  de Justo José de Urquiza. Aprox  10 oraciones. 

3- ¿Qué semejanzas podés mencionar  entre los dos textos, el de Laura AÁila y la biografía que copiaste, a nivel temas ?

4- ¿Y qué diferencias entre los dos textos,  en cuanto a función del lenguaje y trama predominantes?

Lo corregimos el jueves 13-5 a las 14,30hs  por Zoom 

Nos vemos!!!!



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